domingo, 12 de diciembre de 2010

Próxima parada, ¿Portugal?

    Después de los rescates económicos llevados a cabo por la U.E. y el FMI sobre Grecia e Irlanda, ¿la próxima intervención será la de Portugal? Se ciernen nubarrones sobre la economía de nuestro vecino; a un crecimiento rídiculo del PIB (entre el 0 y el 1%, habiendo por tanto temor al estancamiento) se une la desconfianza de los "malvados" mercados internacionales sobre las entidades crediticias portuguesas (sobre sus bancos). Estos no han sido despilfarradores, por lo menos no tanto a como acostumbra un banco y por supuesto mucho menos que sus colegas irlandeses, lo que ocurre es que su capacidad para refinanciar la financiación interbancaria va de la mano de la solvencia del soberano; esto quiere decir, que como los bancos extranjeros no se fían de que el gobierno portugués pueda hacer frente a sus pagos, es decir, a pagar los intereses derivados de la compra de su deuda, no permiten a los bancos lusos (sus deudores en este caso) renegociar su deuda, lo que convierte a estos en parte del problema. 

    Mientras que en el caso de Irlanda, el FMI y la U.E. actuaron (a petición del gobierno irlandés) porque el pánico creado por la falta de liquidez de los bancos irlandeses (al estar endeudados) amenazaba con minar la propia financiación del Estado, el actual presupuesto de austeridad de Portugal intenta resolver el problema contrario. Los miedos a la solvencia soberana están impidiendo a los bancos que refinancien sus deudas; el coeficiente de capital (que es el dinero propio que tienen los bancos, sin contar el dinero de sus clientes que supone la mayoría) no es alto pero tampoco lo son sus pérdidas; la mayoría de los bancos portugueses supera ya la proporción del 7% de capital puro de máxima calidad fijada por Basilea III, y los que no llegan tienen hasta el año 2018 para alcanzarla. Los bancos lusos no son muy grandes y la mayoría posee hipotecas bastante estables. Pero el problema lo encontramos (otra vez) en la financiación; los préstamos obtenidos por los bancos portugueses superan sus depósitos lo necesario como para que el sector tenga que renegociar más de 28.000 millones de euros de dinero prestado por los bancos extranjeros antes de que finalice 2012. 

    El temor a que el Estado no se pueda hacer cargo de la devolución, en el primer trimestre de 2011, de 10.000 millones de euros de deuda soberana a medio plazo, ha hecho que se disparen los diferenciales de deuda, es decir, que el gobierno tenga que pagar más intereses para poder colocar esta en el mercado. Esto provoca que los bancos lusos no puedan obtener créditos interbancarios, de manera que tengan que recurrir a los fondos de recompra del BCE, el cual en estos últimos días ha paliado de alguma forma la situación al comprarle bonos al gobierno portugués; esto llega tarde pero esperemos que la situación no sea irremediable. El coste derivado de asegurar la deuda del principal banco del país (el Espirito Santo) por miedo a que caiga en impago, se ha doblado hasta superar los 700 puntos básicos desde agosto, lo que refleja que apoyar a este banco, aunque sea el principal del país, ya no supone una solución a largo plazo. 

    Así que llegados a este punto los bancos tienen dos posibles salvadores: por un lado encontraríamos el intento del gobierno portugués de reducir el déficit a deuda corriente, principalmente mediante un recorte del 5% de los salarios de los funcionarios y con una subida del IVA. Los dirigentes esperan que estas medidas junto con otras más, sumadas al rescate de Irlanda, reabran los mercados. Sino sucede así y la confianza en los bancos portugueses se debilita aún más, esto agravará los problemas lusos. El otro salvador es menos benevólo (el FMI y la U.E.) ya que obligaría al gobierno portugués a llevar a cabo un plan de ajuste brutal, que paralizaría durante un tiempo de forma definitiva la ya maltrecha economía lusa, es decir, estaría unos años sin crecer. Si se llega a esa situación ya no tendrá mucha importancia si los bancos son o no culpables, porque el mal ya estará hecho.  

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